Blog

Antiguamente las prendas de vestir eran túnicas y mantos que no tenían bolsillos como ahora cualquier prenda, por lo que tenían que llevar bolsas-monederos de tela colgando de la mano o colgados de la cintura del vestido. Son los primeros bolsos, en los que se portaban semillas, objetos religiosos, dinero o medicinas y los llevaban tanto hombres como mujeres, aunque no era estrictamente bolsos de mano, porque se llevaban colgados debajo de la ropa o colgados de la cintura escondidos entre las telas, sí que podemos acotar perfectamente que aquí estaría el origen de los bolsos de mano.

En los siglos XIV Y XV los nobles y burgueses tenían una vida social intensa y que necesitaban llevar sus dinero de mano y a veces algún pequeño relicario en un portaobjetos acorde a su estatus, es aquí donde nacen las limosneras, precisamente su nombre indica que se sacaban para dar limosna o para dejar un dinero en la iglesia, y precisamente en esos momentos interesaba que se vieran bonitas y con clase, confeccionadas con materiales lujosos como el terciopelo, la seda y muchas veces bordadas. Algunas con un cierre, muy característico de esta época, recuerda a los arcos de las catedrales góticas. Las limosneras ya están más cerca de nuestro bolso de mano.

En el siglo XVI las prendas eran mucho más rígidas y con un volumen exagerado. Las pertenecías y las monedas pasaron a llevarse de nuevo en el interior de los vestidos voluminosos, en bolsas que a menudo solían coserse a la ropa, por lo que el uso del bolso como lo entendemos ahora decae en esta época. Pero nuevamente a finales del siglo XVIII y XIX hay una revolución a la hora de vestir y desaparece esa rigidez para implantar prendas con tejidos más ligeros, lo que nos acerca nuevamente al bolso de mano.

La simplicidad de estos nuevos vestidos y la ligereza de los tejidos no posibilitaba esconder las pertenencias entre las telas como había sido habitual durante cientos de años. Resurge así el uso de un pequeño bolso denominado retículo y bautizado con ironía como ridículo. Elaborados en tela, podían ser bordados y muy decorados. Durante la posterior moda Imperio, estaban sujetos por largas asas de cintas al talle, ubicado bajo el pecho femenino.

El primer ejemplar de bolso ‘clutch’ o bolso de mano del que se tiene constancia fue el que llevó la Emperadora Josefina en el siglo XIX, la que fue la primera mujer del emperador Napoleón Bonaparte. Allá por el año 1800 se creó un bolso en punto de seda amarilla y verde con forma de piña y remate de cuentas plateadas y borlas, el cuál , se inspiró en las piñas de la isla de Martinica, donde Josefina había nacido.

En el siglo XX, hacia la década de los años 30 el bolso clutch (que siempre es un bolso de mano) comenzó a convertirse en uno de los bolsos por excelencia para las estrellas del mundo del cine y para las damas de la alta sociedad. De ahí estos accesorios exóticos fueron tendencia en la época y han llegado, con mayor o menor presencia, hasta nuestros días.

Igual que los nobles en el s. XV tenían una vida social muy activa, hoy día, a excepción de la pandemia, seguimos teniendo eventos sociales personales o de compromiso, que también requieren de un bolso para llevar nuestras pertenencias imprescindibles. Un bolso Fani no podía dejar esta oportunidad para crear un bolso de mano con su estilo propio. Con la madera como hilo conductor, viste este bolsito de mano con la calidez de la madera.

Bolso de mano Bolso de piel rojo
Bolsito de mano para llevar colgando de la muñeca.
Bolsos de mano Bolso de piel rojo
Bolsos de madera Bolso de piel y madera modelo Cembra mini azul
Bolso Mini Cembra, para llevar colgado o en la mano.
Bolsos de madera Bolso de piel y madera modelo Cembra mini azul

Share this post

Deje su comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.